MAL DE CHAGAS.

Investigadores salteños ensayan una vacuna para el mal de Chagas


El Chagas es una enfermedad que mata en silencio. El 90% de los infectados no sabe que está enfermo y menos del 1% recibe tratamiento. Es la primera causa de los problemas cardiacos en América Latina y una de las “enfermedades olvidadas”. No porque no la conozcamos, sino porque la sufre una mayoría empobrecida. En el mundo la padecen más de 7 millones de personas. Solo en Argentina 1,5 millón. En los últimos 30 años no se registraron avances importantes ni en fármacos para su tratamiento (existen solo dos), ni en vacunas (no salió ninguna al mercado). El Chagas está asociado a la extrema pobreza porque el insecto que lo transmite, la vinchuca, vive en las grietas de paredes y techos de las viviendas construidas con adobe, ramas o paja. Las provincias del Norte argentino son las más afectadas por la enfermedad, aunque en los últimos años es común encontrar casos en las grandes urbes. Ante este panorama poco alentador, investigadores salteños concentraron sus esfuerzos en el estudio de una vacuna preventiva.
La investigación se realiza en el Instituto de Patología Experimental (IPE), que depende del Conicet y de la UNSa. El trabajo consiste en utilizar pequeñas vesículas que son como “paquetes”, que transportan fragmentos de bacterias modificadas genéticamente para expresar antígenos del parásito Trypanosoma cruzi, el causante de la enfermedad. La vinchuca infectada con el parásito se lo pasa al hombre al picarlo y depositar sus heces contaminadas cerca de la herida, que ingresan cuando la persona se rasca. También se transmite de madre a hijo en el embarazo, en transfusiones de sangre o por alimentos contaminados.

El equipo de investigación está conformado por los doctores Cecilia Pérez Brandán, Cecilia Parodi, Leonardo Acuña, Andrea Mesías, la bioquímica Elisa Vázquez Ovejero y la estudiante Brenda Zabala. Actualmente ensayan en ratones. Vacunan a roedores con esa fórmula y su sistema inmunológico desarrolla una respuesta para combatir el parásito. Para medir la eficiencia de esa respuesta, indujeron la infección en los animales. Pérez Brandán señaló que la fórmula empleada en las vacunas es muy segura y no puede enfermar, debido a que no contiene la bacteria completa ni el parásito del Chagas. Además, explicó que las vesículas son fáciles para producir a gran escala, que pueden deshidratarse y almacenarse a temperatura ambiente. Esto representa una ventaja porque permitiría que las vacunas se conserven en zonas rurales que no cuentan con heladeras.
La investigadora mencionó que la vacuna logró bajar la carga parasitaria, aunque no eliminarla. Explicó, sin embargo, que una vacuna no se evalúa solo en términos absolutos (que proteja totalmente, el 100% de los casos), sino también en términos relativos (en qué porcentaje de vacunados hay protección). Inclusive mencionó que algunas vacunas vigentes hoy tienen esa cobertura parcial. No obstante el equipo seguirá buscando nuevas formulaciones para conseguir eliminar en forma total la carga parasitaria. Por ejemplo, usarán tres antígenos combinados para potenciar los efectos. Acuña precisó que están probando diferentes vías de aplicación de la vacuna, entre ellas la intradérmica y la intramuscular, pero quieren evaluar otras vías como la nasal. “Lo ideal sería contar con un sistema de administración más fácil, como ser en gotas”, adelantó. Los resultados del trabajo fueron presentados en la Reunión Anual de la Sociedad Brasileña de Protozoología y en el último Congreso de la Sociedad Argentina de Investigación Bioquímica y Biología Molecular. La investigación cuenta con financiación de entidades como el Conicet, la Fundación Bunge y Born y la Fundación Florencio Fiorini. Sin embargo, los científicos precisaron que les cuesta acceder a los materiales para los ensayos, porque se encarecieron con la suba del dólar y porque el presupuesto resulta exiguo.